Texto

Caminaba por la casa comprobando que nada se le olvidaba. Movía los objetos de un lugar a otro para engañarse a sí misma. Cerró las ventanas, ordenó cromáticamente los cojines de la cama, estiró las cortinas y centró las alfombras. De pronto, sin quererlo, su mirada chocó con un espejo. "Es la hora", se dijo. Tomó su carmín rojo y coloreó cuidadosamente sus labios. Sacó unos finos tacones de una vieja caja: tenían el mismo color que su boca. Estaba preciosa.
Miró hacia el suelo. Ahí estaba su maleta... Era increíble que toda su vida cupiese en un lugar tan pequeño. La cogió y, por el pasillo, camino al salón, confiaba en que al verla él le regalara un te quiero. Sólo un te quiero, sin más. 
-Me voy.
-¿Dónde está mi café?
Y, tras un profundo silencio, enseñó su dedo corazón y dijo:
-Aquí.


InésDugu.

1 comentarios:

fazz dijo...

Me encanta, 3 veces que lo he leido, 3 veces que aparece en mi cara una ligera sonrisa al llegar al final...
Dulcemente cruel